San Martín de Oliván

Cronología

Santa Eulalia de Susín

Su adscripción a un estilo artístico concreto ha sido cuestión de debate. En 1973 Antonio Duran Gudiol presenta su teoría mozarabista en el libro Arte altoaragonés de los siglos X y XI. Esta teoría se sustenta en el dominio musulmán que llegó hasta Huesca en estos siglos. Tres serían los elementos arquitectónicos que ponen de manifiesto el mozarabismo con la influencia musulmana: las torres-campanario, el arco de herradura rebajado y el alfiz.

Estas teorías han sido objeto de controversia y admiración en el mundo de los estudiosos del arte. Y es que hay desacuerdo en cuanto a qué estilo artístico pertenecen: mozárabes para unos, románicas para otros.

En Amigos de Serrablo, y mientras no salga un estudio que demuestre lo contrario, seguimos la teoría expuesta por Antonio Durán Gudiol hace años, y por tanto sostenemos que son mozárabes. De cualquier manera, conforman un conjunto compacto que ha podido salvarse de la ruina gracias a nuestra Asociación, y eso es lo verdaderamente importante.

 

En el primer cuarto del siglo X la llegada de cristianos pobladores, procedentes de Navarra y el condado de Aragón,  hace posible que se levanten unas iglesias de tradición visigótica. A mediados de ese siglo, una segunda oleada de mozárabes procedentes del waliato musulmán de Huesca, dejan su impronta en el mozárabe serrablés.

Así pues, las iglesias mozárabes de Serrablo se levantaron entre mediados del siglo X y mediados del XI, distinguiendo en este periodo cuatro fases.

A esa primera oleada, que transcurre desde el año 920 a 950, corresponderían tres iglesias de ábside rectangular y en las que se usa el arco de herradura pero se desconoce el alfiz. Son las iglesias de San Bartolomé de Gavín y las ermitas de San Juan y Santa María de Espierre.

Habría que añadir, probablemente, el monasterio de San Pelay de Gavín. Son iglesias de tradición visigótica emparentadas directamente con las de San Julián de Asprilla de Espuéndolas, San Bartolomé de Bergua y las de San Martín y Santa María de Belsué.

Serían iglesias de población que se levantarían alrededor de la tercera década del siglo X por gentes aragonesas y navarras al extenderse el condado de Aragón por estas tierras.

Durante la segunda mitad del siglo X se desarrollaría una segunda etapa constructiva. Aparece el alfiz, el friso de baquetones y las arcuaciones murales ciegas en los ábsides, reforzándose el uso del arco de herradura y las torres-minarete.

Corresponderían a este periodo las iglesias de Lárrede, Busa, Susín, Santa María de Gavín, Basarán, Otal, Rasal y la torre de San Bartolomé de Gavín.

En el primer cuarto del siglo XI puede verse un tercer momento en esta evolución constructiva del mozárabe serrablés. Deja de utilizarse el arco de herradura y el alfiz, conservándose la torre y la decoración exterior del ábside. Se incluyen en esta etapa la iglesia pequeña de Lasieso con su torre, Orós Bajo, Satué, Ordovés e Isún.

La última fase se ve influenciada por el estilo lombardo, abarcando el segundo cuarto del siglo XI. Se mantiene el friso de baquetones y se incorporan las arcuaciones lombardas. Son de este periodo iglesias algo alejadas del núcleo propiamente serrablés: Sescún, Nasarre, Larrosa, Banaguás, Larrosa y Yeste.

La construcción de todas estas iglesias partió de los monasterios, promotores de la cristianización del territorio serrablés y activos impulsores de su repoblación.